La magia del mármol travertino
Entre las múltiples variedades de pisos de mármol, hay uno que tiene el honor de haber sido utilizado en la arquitectura romana: el mármol travertino.
Su versatilidad ha hecho que a lo largo de la historia los arquitectos lo utilicen en edificios emblemáticos. Desde las iglesias y monumentos romanos, hasta el reciente Museo Jumex, diseñado por arquitecto británico David Chipperfield. Su fachada realizada en mármol travertino está considerada una joya arquitectónica del siglo XXI.
El aporte de elegancia ha hecho que el mármol travertino sea uno de los materiales favoritos para espacios interiores y exteriores
ntre sus características más relevantes se destacan las siguientes:
- Superficie duradera. Es tan resistente que su belleza natural se conserva por mucho tiempo sin sufrir efectos de deterioro notables.
- Antideslizante. Incluso cuando se moja, ofrece una gran resistencia por su gran cantidad de orificios, pues se trata de un material que en su estado natural es poroso.
- Variedad. Tanto en colores como en la forma en que se presenta, es uno de los tipos de mármol más versátiles que se puede utilizar tanto para pisos, paredes y acabados. Puede lucir pulido, mate, en bruto, envejecido, apomazado —un proceso de abrasión similar al del pulido, pero sin llegar a conseguir brillo—, o con un acabado liso, pero poroso.
Al tratarse de un material con tantos usos posibles y en variedades de color que incluyen rosa, amarillo, blanco, negro, marrón y crema, además del clásico y natural beige, hablamos quizá, de la piedra de construcción que más tiempo lleva siendo utilizada.
Y no es para menos, sus vetas permiten dos tipos de corte que originan acabados muy distintos, ofreciendo gran variedad para su uso, incluso en un mismo espacio. De ahí que se encuentra principalmente en revestimientos de paredes, superficies en general y piso.
Su resistencia lo hace el material ideal para estos últimos, por encima de las losetas cerámicas o baldosas, ya que además de bello y elegante, es muy funcional para uso duro y de tránsito constante.
En interior, suele emplearse para lavabos, revestimientos o encimeras de baño. En exterior, es habitual para fachadas, suelos o bordes de albercas, ya que es resistente al sol y el agua.
Es importante darle el cuidado adecuado, un mantenimiento periódico constante (aproximadamente debe pulirse cada año) y una limpieza, sobre todo con detergentes y materiales que no contengan cloro y que no puedan mancharlo, ni arruinar su brillo.
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Fuente: expansion.mx